15/2/09

El imperceptible islote de la reiteración constante

Será cierto que en la duda radica lo eterno? El pensamiento eterno, claro.
…yo diría que sí. Diría, pero no me atrevo a decirlo. Y no me atrevo porque me asalta la duda. Y cuando mi vera se edifica sobre vacilaciones, simplemente cruzo la calle.
Pero más tarde asumo mi única gran certeza: me resulta imposible mantener un tranco sobrio y paulatino al transitar. Y necesito, imperiosamente, retomar mi antigua e irresoluta ruta y comenzar a saltar. Saltar y tropezar. Y al tropezar voy cayendo, pero vuelvo a levantar. Siempre me vuelvo a elevar.
…y a veces subo tanto que mi vista se eclipsa por la bruma, disipando la realidad y al mirar abajo ya no hay nada; ninguna boca por probar, ninguna mano por tomar.
Cruzo la tangente del paisaje y, súbitamente, me encuentro planeando entre certezas. Tantas, que me aturde la idea de emprender el descenso… es tan excitante esta nueva realidad! Pero todo tiene un tiempo y un espacio pueril y limitado. Casi ningún paisaje conserva su estoicidad. Y mis fortuitas e improvisadas alas se ajan como hojas caducando en el otoño y, acosadas de autenticidad, suplican un descanso …demasiada claridad!. Pero mi obstinado irraciocinio me eleva aún más. El entorno comienza a tornarse espeso y mi mente ya no puede más. Ya no tolera la falta de vacuidad, el deseo de dudar.
Entonces caigo.
Caigo fuerte y altivamente, resumiendo la información recolectada en pleno vuelo. Y al llegar a lo que alguna vez fue abajo, mi dudosa vera ya no está. Sólo quedan unos simples titubeos… nada que merezca arriesgar la cordura una vez más.
Y con el cuerpo exhortante de respuestas, empiezo a batallar contra esos simples titubeos que aún pugnan por llamar mi atención. Y me armo hasta las muelas y comienzo a jugar. Y gano.
Siempre gano.

Pero repentinamente… “Qué sorpresa!” exclama alguien desde adentro, “un debate difícil de sobrellevar! un contendiente que me hace dudar…
…dudar de mí …dudar de él …dudar de dudar …dudar en sí.
No queda más remedio: abrir el estuche, reparar mis alas, consumar un nuevo vuelo y recabar información.
Aunque… eso implicaría fulminar a la ilusión. Y a esta duda no quiero tiranizarla con certezas…
…quiero que me ahogue de ansiedad… que me eleve sin soltarme, sin dejarme ir tan allá.”

Porque es sumamente atractiva la idea de volar sin arribar en el país de las verdades, de lo sabido. Porque lo sabido es afirmado y lo afirmado se ennegrece de lógicas y razones… y se subyuga la ilusión.
Ya no fluctúo ante la eternidad que ofrecen las dudas. Ya puedo afirmar que sí. Que, satisfactoriamente, las dudas nos hacen desear, nos enseñan a codiciar, a querer ver un poco más.
Pero también certifico que rara vez se encuentra una duda de tal categoría, de tal magnitud… la mayoría de ellas (si no lo son todas), no merecen que la mente siga vacilando ni que el cuerpo se continúe desbocando.
Por eso, hoy afirmo: si te topas con una duda digna de dudar, no abras tu estuche, repares tus alas y te lances a volar. No mires a otra parte, porque puedes distraerte con menudencias inoportunas y dejar de vacilar. No intentes, tampoco, sobrevalorar un titubeo porque, en tal caso, sólo estarías tratando de volar sin perder de vista el suelo… y al no estar aquí ni allá, correrás el riesgo de ser abducido por el imperceptible islote de la reiteración constante, en el que la cotidianeidad lleva su concepto hasta límites insospechados, saturándote de pasividad. Pasividad única e irrepetible… que, carente de lógica, se repite constantemente. Se embaraza infatigablemente a sí misma y renace, copia exacta de su ayer, cada nuevo día.
Ahora ya lo sabes: nunca dudes de aquello que no es más que un titubeo y nunca esclarezcas exhaustivamente una duda de verdad. Sigue dudando, suponiendo, imaginando.
Pero sigue volando.


abril del 2006

10/2/09

3/2/09

Golví.

Y como estoy reventada y sin tiempo, sólo saludo y dejo unas pics.
Besos manga de incoherentes!